miércoles, 16 de octubre de 2013

MI DISCURSO EN EL HOMENAJE A MI PADRE



Rafael Mingo

Sr. Director General de Atención Primaria de la CAM

Sr. Alcalde de Villaconejos

Señoras y señores Concejales

Amigas y amigos

  Han ocurrido muchas cosas hasta llegar aquí, ha sido como atravesar un río caudaloso o como encontrarse en el centro del mar, en medio de una gran tormenta, rodeado de un fuerte oleaje donde las descargas eléctricas son capaces de destruir cuanto encuentran a su paso. Las relaciones humanas, a veces son así.

  Solo he buscado JUSTICIA, justicia para un hombre, mi padre, que trabajó sin descanso buscando el progreso del pueblo entero, sin reparar en banderas o credos; no miraba qué día era en el calendario, ni tampoco qué hora marcaba el reloj. Se volcaba en exclusividad al prójimo, objetivo único de su interés, y desvelo constantes.

  A pesar de tanto dolor e incomprensión acumulados en todos estos años de lucha personal, soy feliz porque encontré personas por el camino que me decían: CAMINEMOS JUNTOS. Gracias a ellos, estamos aquí para realizar un acto de JUSTICIA al hombre que tantos años estuvo regando generosidad y sacrificio en beneficio de la salud de todos.

  Porque siempre creí en el HOMBRE y especialmente en mi  padre,  D. Justo Mariano Mingo Torres, Médico Rural de Villaconejos,  hoy, deseo rendir homenaje a todos los médicos rurales quienes, durante décadas, desarrollaron una ingente labor en la sanidad española y, de manera  muy particular, a mi padre, quien desempeñó durante más de 36 años su profesión en nuestro pueblo, Villaconejos.

  Con ello quisiera perpetuar su memoria y su legado profesional para conocimiento y ejemplo de las nuevas generaciones. Pretendo que mis nietos, los hijos de mis nietos y también los médicos del siglo XXI puedan conocer y sepan valorar cómo era el ejercicio de la medicina en ciertas zonas rurales hace 60 o 70 años. Sé que a él le hubiera gustado.

  Sin duda alguna, su capacidad analítica, su tesón, su agilidad intelectual, su espíritu de sacrificio y su dedicación permanente, constituyen una gran herencia para las próximas promociones que quieran dedicarse a esta hermosa profesión que es la medicina.

  Fue un defensor firme de los principios éticos de moralidad, decoro y responsabilidad en el ejercicio de la misma, y pido a Dios Todopoderoso que ilumine a todos los médicos españoles, en estos tiempos difíciles que estamos viviendo, a fin de que surjan muchos profesionales de su talla.

  Su vida fue un ejemplo de lucha y altruismo. Ayudó a todos los conejeros por igual y a toda persona que necesitara de sus servicios y lo hizo en todas las vertientes: de salud, económica, cultural, personal, humana y espiritual.

  Basó su trabajo en la vocación y el sacrificio. Vocación de ayuda al prójimo, que le llevaba a sanar y a salvar vidas, muchas veces sin apenas más recursos que sus conocimientos, sus dos manos y el don de la cercanía que tenía para con sus pacientes.

  Sus herramientas de trabajo eran: un tensiómetro, un fonendoscopio y un termómetro. ¡Ah!, se me olvidaba: y un gran corazón. No buscaba “caer bien” sino ser un buen médico. Estoy convencido, y creo que estarán de acuerdo los presentes, que lo consiguió.

  Por supuesto que soy conocedor de las limitaciones de mi padre, de sus defectos y carencias que también los tenía. Pero estos los dejaremos para otro día. Creo que sólo engrandecen su figura: nos muestran que era sólo un hombre, como nosotros.

  Quisiera destacar en mi padre dos lecciones de vida: una, su entrega y su tesón, su capacidad de esfuerzo. Otra, su humildad. Igualmente épica.

  Como ejemplo de lo dicho citaré estas palabras que yo mismo le escuché en alguna ocasión: “Si algún asomo de mérito me asiste en el desempeño de mi profesión, este es bien limitado; yo no he hecho más que cumplir con el clásico juramento hipocrático de hacer el bien a mis semejantes”. 

  Teresa, su esposa, mi madre, fue todo un ejemplo, desempeñando un importante papel a su lado, compartiendo el espíritu de servicio y sacrificio mientras cuidaba de todos nosotros, sus numerosos hijos.

  Es por todo esto que hoy podemos rendir un merecido homenaje a Don Justo Mariano Mingo: al hombre, al médico, al padre, al amigo, al maestro, al ejemplo que durante casi treinta y siete años estuvo al servicio de este pueblo las veinticuatro horas del día.

  Solo me queda dar las gracias a…

  D. Javier Benavente Ruiz y su partido I.U Los Verdes

  Por pensar de esta forma y ser el origen de lo que hoy estamos celebrando. Leo vuestras palabras:

  Los pueblos son recuerdos, cultura y tradición pero sobretodo ejemplo de personas que dejaron huella, historia de aquellos que lo dieron todo por lo demás sin importarles sus ideas, estatus social o la situación histórica en la que Vivian.

  Honrar a esos hombres es un deber para todos aquellos que sienten nuestro pueblo como un conjunto de ilusiones, de servicio, y anhelos de esfuerzo colectivo e individual por crear una sociedad mejor y más justa, honrarles sin importar nada más que su aportación a este pueblo sin prejuicios ideológicos, honrarles para mostrar que este pueblo no olvida a quienes han dado tanto a Villaconejos.

  Hoy tenemos aquí un ejemplo de hombre dedicado a nuestro pueblo un ejemplo de servicio público. Hacedor de estos pequeños ejemplos que contribuyeron a un pueblo de tolerancia, un médico rural con un inusitado amor a la profesión y a las personas de nuestro pueblo y sobre todo al bien común.

  A D. Adolfo Pacheco Sánchez, Alcalde de Villaconejos. Cuando Ud. se enteró de la propuesta de I.U. Los Verdes, no dudó ni un solo instante en que dicha propuesta se llevara a Pleno. Recuerdo sus palabras cuando telefónicamente Ud. me decía: Rafa, tranquilo, esto se hace. Ha cumplido su palabra y ha contribuido a que Villaconejos haya tenido hacia la figura de mi padre un merecido reconocimiento. Gracias a Ud. y al Grupo Popular (PP) de Villaconejos.

  A D. Javier Contreras Fernández (ALINVI) Porque Ud. tampoco dudo ni un solo instante, en sumarse a esta propuesta.

  Y gracias de todo corazón, a todos los asistentes, en especial, a todos mis familiares.


  Villaconejos 11/10/2013

8 comentarios:

  1. Me parecen unas palabras muy emotivas y si tu padre las escucha donde este le caerían las lagrimas de ver como un hijo a aprendido sus virtudes de persona comprometida con su pueblo (Villaconejos)...y no dudo que algún defecto tendría pero eso casi pasa desapercibido cuando uno tiene canto corazón, el cual Rafa Mingo has heredado de tu padre, y lo sé, porque eres un voluntario comprometido con la discapacidad, que trabaja y trabaja sin pedir nada a cambio, cosa que te agradezco de corazón, tu amigo Manolo

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  2. Afortunadamente es así. Mi padre me lo enseñó todo, fundamentalmente, a amar a las personas. Gracias por este comentario tan auténtico. Estaré con vosotros hasta que las fuerzas se acaben. Un abrazo, amigo.

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  3. Rafa, siempre pensé que eras un "tío" estupendo. Gracias por tu interés en todo aquello que crees es de justicia. Lo has demostrado en muchos casos, pero en éste es de un buen hijo. Trabajo y tiempo te ha costado, por ello la satisfacción debe ser infinita. Tu padre, desde el cielo, te enviará a ti y a toda tu familia bendiciones.

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  4. Rafa, lo he leído tres veces y cada vez me gusta más. Mi más cordial felicitación.

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  5. ¡Enhorabuena Rafa!
    Gracias por hacerme participe del discurso, es como si hubiera escuchado tus palabras y me ha emocionado.
    Imagino que habra sido un día inolvidable y el recuerdo de tu padre perdurará para siempre.
    Un abrazo.

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  6. Rafa, muy bonito, muy emotivo y con las palabras justas. No te fuiste por la ramas y menos lo hiciste soporífero. Me ha gustado. Enhorabuena, ibas para orador.
    Un saludo.

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  7. Magnifico discurso, digno de un gran orador y admirador de su padre.
    Enhorabuena por el reconocimiento a la labor de tu padre.
    Saludos

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  8. He visto todas la fotografias del homenaje a tu padre y por supuesto he leído
    tus entrañables palabras. Un verano de hace muchos años, conocí a tu padre un dia
    que estábamos en la piscina de la "Uni". Entonces pude darme cuenta de la calidad
    humana y valores que atesoraba. leyendo lo que manifiestas en tu escrito, compruebo
    que no estaba equivocado.
    Leo con atención todo lo que me mandas y queda evidente que no hay quien te pare.

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